Wii U ha comenzado de forma inmejorable su andadura por suelo estadounidense. El éxito de ventas (aupado por nada menos que 400.000 unidades en el Black Friday) indica que la nueva consola deNintendo sobrevive sin problemas más allá de los previsibles early adopters. Reggie Fils-Aime, el responsable de la división americana, está contento y lanza la pelota al tejado de la competencia.
Al final, los competidores tienen que reaccionar a lo que estamos haciendo en el mercado y necesitan averiguar cuál será su innovación. Es probable que los procesadores más rápidos e imágenes bonitas no sean suficiente para motivar a los consumidores. Tienen que reaccionar a lo que hemos hecho y tenemos que seguir innovando con Wii U y lo haremos.
Es evidente que cuando las sucesoras de PS3 y Xbox 360 lleguen al mercado Wii U se encontrará a la cola de la potencia tecnológica. Pero si algo nos ha enseñado esta generación es que la potencia puede verse superada por otros factores. En el siglo XXI David ha vencido a Goliat utilizando un Wiimote en lugar de una honda.
Sony y Microsoft tardaron en reaccionar, y mientras lo hicieron Wii se merendó la mitad del pastel. El inefable Reggie tiene toda la razón al afirmar que la competencia se ve obligada a ofrecer algo más que músculo, y esto es innovación.
La aplicación de la inventiva y la inteligencia es un camino mucho más difícil que el de la fuerza bruta. A las tres grandes compañías les espera una dura batalla de la que únicamente saldrá un claro ganador: el usuario.
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